El ejecutivo de Google Sundar Pichai envió el pasado viernes una nota a los empleados de la compañía en la que criticaba abiertamente la reciente orden en materia de inmigración dictada por el recién nombrado presidente de Estados Unidos Donald Trump y gracias a la cual, la entrada al país se ha visto severamente restringida para los ciudadanos de Siria, Irak, Irán, Sudán, Somalia, Yemen y Libia.
Además, Pichai afirma que más de 100 empleados de Google están afectados por la orden, y les recomienda que regresen a Estados Unidos tan pronto como sea posible.
187 empleados de Google, afectados por la orden anti – inmigración de Trump
«Estamos trastornados por el impacto de esta orden y de cualquier propuesta que pueda imponer restricciones a los Googlers y a sus familias, o que pudiese crear barreras para traer gran talento a los EE.UU.«, dijo Sundar Pichai. «Es doloroso ver el costo personal de esta orden ejecutiva en nuestros colegas».
The New York Times informó el pasado sábado 28 de enero que algunas familias ya se están viendo afectadas por la orden, y hace mención al caso de un iraquí que «trabajó en nombre del gobierno de Estados Unidos en Irak durante 10 años», y que ha sido retenido en el aeropuerto J.F.K. de Nueva York.
Al parecer, una de las principales preocupaciones de Google y, probablemente, también de otras compañías tecnológicas, es que aún no está claro quién podrá o no podrá regresar a Estados Unidos debido a la orden de Trump.
Por el momento, tal y como podemos leer en el diario The Wall Street Journal, la restricción de entrada a Estados Unidos de ciudadanos procedentes d los siete países antes citados ya afecta al menos a 187 empleados de Google.
De acuerdo con las declaraciones de una fuente no identificada a Blomberg, primer medio que se hizo eco de las críticas vertidas por Pichai, ncluso con visados válidos en mano, es posible que aún estén en riesgo «si son de uno de los siete países y están fuera de los Estados Unidos cuando comience la orden».
Al parecer, algunos empleados de Google estaban tratando de regresar a los Estados Unidos antes de que la orden ejecutiva fuese firmada por Donald. Ante esta circunstancia, la compañía Google los identificó ante las compañías de seguridad, las agenciad e viajes y los equipos de inmigración, con el fin de que les prestasen su ayuda. Pichai escribió en su carta a los empleados que uno de esos empleados recientemente «se apresuró a regresar de un viaje a Nueva Zelanda para llegar a los Estados Unidos antes de que se firmara la orden».
Google continuará manifestando sus opiniones
Una portavoz de la compañía señaló a Bloomberg las misma palabras emitidas por Sundar Pichai: «Estamos preocupados por el impacto de esta orden y las propuestas que podrían imponer restricciones a los Googlers y a sus familias, o que crean barreras para llevar talento a los Estados Unidos». Al tiempo que añadió que «Continuaremos dando a conocer nuestros puntos de vista sobre estos temas a los líderes en Washington y en otros lugares».
También las asociaciones en defensa de los derechos humanos critican la medida calificándola de «persecución religiosa» al tiempo que Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, expresó su preocupación por la orden. «Necesitamos mantener a este país seguro, pero debemos hacerlo concentrándonos en las personas que realmente representan una amenaza»
La medida antiterrorista sin filtro de Donald Trump
Durante su primera semana en el Despacho Oval, el recientemente elegido presidente de Estados Unidos Donald Trump no ha hecho más que dejar en claro que está dispuesto a cumplir todas y cada una de sus promesas electorales, entre ellas, mantener a salvo al país de los terroristas para lo cual, no ha dudado en firmar un orden ejecutiva en virtud de la cual, y al menos durante un período de 90 días, se prohíbe la entrada a Estados Unidos de personas procedentes de siete países de mayoría musulmana: Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen, al mismo tiempo que se ha suspendido el programada de ayuda a refugiados. Donald Trump defendió esta orden presentándola como una forma para mantener fuera a los «terroristas islámicos radicales».